Antonio Sánchez, el regreso del Bad Hombre

El multipremiado baterista mexicano presenta SHIFT (Bad Hombre, Vol. 2), álbum colaborativo en el que participa gran diversidad de artistas como Trent Reznor, Ana Tijoux, Dave Matthews y Silvana Estrada, entre muchos otros. En Malaria conversamos con él.

Foto: Jesús Cornejo

Por Oscar Adad

Dice Antonio Sánchez que es difícil salirse de la caja o quitarse etiquetas, aunque reconoce que si la gente lo ubica como baterista de jazz, es porque él lo quiso así. Desde muy joven su objetivo era claro: ser un baterista consagrado del género. Y lo logró. Sin embargo, cuenta, empezó a cansarse del mundo del jazz. Fue así que decidió emprender un camino distinto en su carrera musical y virar hacia un proyecto en el que se aleja casi por completo del estilo que lo encumbró, para proponer un lenguaje fresco y en busca de nuevos oídos. Un proyecto con infinidad de ideas que cultiva en la soledad de su estudio de grabación, ese monasterio del sonido donde Antonio renace y da vida, fruto de la riqueza y el poderío de su imaginario sónico y la adrenalina de la creatividad en solitario, a Bad Hombre.

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Si hay algo que no cambia en Antonio Sánchez, es su sencillez. Sigue siendo el mismo tipo vestido de jeans y playera que responde preguntas con generosidad aún con su apretada agenda. A veces, por su actitud, uno no pensaría que está conversando con una de las mayores estrellas del jazz a nivel mundial. Pero ahí está, frente al monitor de su computadora, charlando, tranquilo, a pesar de haber cancelado conciertos programados en días pasados por una complicación en la garganta que sufrió su esposa, la artista vocal Thana Alexa, por secuelas de Covid, lo cual me da pie a hablar sobre el tema*.

¿Cuál es tu perspectiva de la reactivación de la industria musical luego de los confinamientos más fuertes por la pandemia?

Hay algunas cosas que son buenas, que dan esperanza, y hay otras que me hacen ser bastante pesimista. Hemos tenido trabajo, pero es difícil hacer que la gente salga a escuchar música ahora, ya sea porque tiene miedo de una infección, o porque la economía está fatal. La inflación está a tal grado que somos, lo que llamamos acá, disposable income; es decir, si tienes dinero que te sobra, entonces vas a un concierto. Gente como Beyoncé y Metallica no tiene ese tipo de problemas porque la gente igual va y paga lo que sea por verlos, pero nosotros que no somos tan famosos, estamos batallando todo el tiempo para que la gente salga y venga a nuestros conciertos. Es alentador que se estén abriendo las cosas definitivamente, pero la triste realidad económica hace que sea difícil para la gente ir a conciertos. Y hay mucha competencia. Si uno está tocando en un lugar y hay otros 4 grupos que quieren ir a ver esa semana, van a tener que escoger uno. Eso es con lo que estamos lidiando.

Además, bajo la administración Trump (2017 – 2021), Estados Unidos fue de los peores países que manejaron la pandemia de acuerdo a las cifras

Completamente. Ha sido un desastre. Una vez que ganó Joe Biden, por lo menos uno podía asumir que había gente responsable que sabía lo que estaba haciendo, pero los resabios del mal manejo de la pandemia, de la economía, es lo que estamos viviendo ahora.

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Bad Hombre surgió como una respuesta al entonces candidato a la presidencia Donald Trump y a su discurso de odio contra los mexicanos: “We need to get out bad hombres”, bramaba altanero por doquier. Sánchez, quien en trabajos anteriores ya había mostrado sus inquietudes sociopolíticas (Lines in the Sand, 2018 y Meridian Suite, 2015), y aprovechando el poder mediático que le dio el realizar la banda sonora de la película Birdman (2014), no tardó en retomar y darle la vuelta a ese apelativo (en la jerga musical en inglés, Bad, es algo muy bueno) para conformar un álbum donde la línea argumental se contraponía al discurso racista de Trump al mostrar las virtudes de la comunidad mexicana en los Estados Unidos.

Sin embargo, y junto con la declaración política en contra del racismo, Bad Hombre (2017) también fue una postura que iba más allá de los principios de creación del jazz, basados en la interacción grupal y la creación colectiva. Es decir, Sánchez los trascendió para hacerse cargo de todo el proceso del material en solitario: interpretación de los instrumentos, grabación y postproducción. El resultado, desde la portada, es contundente: una foto en primer plano del rostro del baterista que resalta sus rasgos latinos (y que recuerda al álbum Tutu, de Miles Davis, en homenaje al clérigo y activista sudafricano Desmond Tutu), y un contenido sonoro experimental que asomaba el nuevo rumbo que tomaría Antonio desde entonces.

“Siento que hubo un cambio bastante claro en mi forma de ver las cosas. Hace unos años me dije que quería dedicarme de lleno a ser conceptualista de mis discos, a componerlos, a ser un artista hecho y derecho, no solo un baterista. Hasta cierto punto la batería ya la había conquistado. Y ahora lo que estoy tratando de hacer es lo más difícil que he hecho en mi vida, que es tratar de hacer mis propias producciones, tener éxito como artista solista. Que la gente te siga por la música que estás haciendo y no porque sepas tocar bien la batería”, apunta.

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Es 2022 y lanza SHIFT (Bad Hombre, Vol. 2) un disco que se gestó en el contexto de la pandemia y que sigue en la línea de profundizar en su papel como productor, además de resaltar por la gran diversidad de invitados, que van de Trent Reznor a Lila Downs, y que marca la búsqueda de Sánchez por hacerse de nuevos públicos. “Estoy ya un poco cansado del círculo en el que estaba desde hace un buen rato, muy establecido en los clubes y publicaciones de jazz; este disco es tratar de salirme de lo habitual. Cuando hice Bad Hombre, en 2017, fue un poquito eso, pero este es un paso bastante más firme en tratar de llegarle a otro público, tratar de estar en otras esferas que no sean exclusivamente las del jazz”.

Esa es la razón por la cual en el disco puede verse un balance de artistas muy diverso en estilos, generaciones y geografías, de ahí que el mapa permita escuchar a Dave Matthews, Rodrigo y Gabriela, Meshell Ndegoecello, Silvana Estrada, Thana Alexa, Pat Metheny y Ana Tijoux, entre otros. La idea de Antonio fue pedirle una canción a cada artista para posteriormente producirla en el estudio.

“La idea era tener la voz y la batería como instrumentos principales, pero también les aseguraba a los invitados que no iba a haber un montón de solos de batería en todo lo que me estaban dando, sino más bien darle el mayor servicio y honrar a la canción. No alterarla de tal manera que fuera irreconocible. Yo quería hacer este disco accesible, algo un poco más global, que no fuera: ‘miren que bien toco’, porque ya lo he probado desde hace mucho tiempo y no estaba interesado en eso”.

Pero también, el material es un espacio en el que Antonio prosigue en su investigación y expansión de las posibilidades de su instrumento. Si uno lo escucha atentamente en su faceta acústica, se dará cuenta que conoce todos los rincones de la batería, incluso, parece fundirse con ella. Desde la primera vez que lo vi tocar en vivo, me dio la impresión de que al mismo tiempo que interactuaba con sus compañeros, podía ser también un concierto aparte. Era algo así como una pequeña orquesta que potenciaba al trío en su conjunto. Y ese conocimiento de los matices del sonido, es lo que lleva ahora al estudio de grabación.

“Hay un montón de batería en el disco pero está utilizada como elemento de producción, una de las cosas que me interesan mucho ahora. Por ejemplo, si oyes los discos mejor producidos de la historia como So de Peter Gabriel, vas a oír un montón de teclados, un montón de guitarras, voces, percusiones y solo una batería. Entonces empecé a pensar por qué no usar la batería como si fueran teclados, guitarras o voces, hacer capas y capas de diferentes baterías, haciendo diferentes cosas, con diferentes sonidos y que estén cumpliendo distintos papeles dentro de la canción, y que al final no puedas distinguir exactamente si es una batería, dos o cinco”.

Ahora que mencionas So, de Peter Gabriel, es conocido que creciste escuchando rock. Incluso, cuentas que cuando te fuiste a estudiar a Berklee, tuviste un conflicto de identidad porque todos tus compañeros tenían un bagaje de música tradicional y tú no. Por ello, decidiste abrazar al rock con el que creciste como tuyo. ¿Consideras este disco una especie de regreso a tus raíces musicales?

Completamente. Esa música la llevo dentro de mí desde que tengo uso de razón. Básicamente porque crecí escuchándola gracias a mi madre, que se la pasaba oyendo muy buenos discos de rock. Escuchaba otras cosas, pero eso era lo predominante en su dieta musical. Así es que crecí con eso y es indiscutible que lo traigo en la sangre desde hace mucho tiempo.

Finalmente, Antonio, después de las dos entregas de Bad Hombre ¿En qué punto se encuentra tu relación con el jazz?

No es que no tenga nada más que hacer en el jazz. Sencillamente el jazz lo veo ahora como el vehículo, la herramienta para poder hacer cualquier otra cosa que se me ocurra. Entonces, este disco, aunque tiene muchas raíces de rock, de pop y de música bien producida, está siendo visto a través del prisma de alguien que ha tocado jazz durante décadas. No suena a un disco de rock, de pop, o de hip hop, suena a otra cosa y creo que eso es lo lindo. Simplemente estoy tratando de combinar los dos mundos y usar mi experiencia escuchando tanta música bien producida. Y ahora que tengo un poco más de conocimiento técnico, tratar de aplicarlo a la música que estoy haciendo.

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Epílogo

The Bucket” con Becca Stevens (letra de Sterling Cunio)

Sterling Cunio / Foto: PEN America

“Es un tema muy significativo porque la letra fue escrita por Sterling Cunio, un preso que lleva en la cárcel desde que tiene 16 años por un doble homicidio. Cuando llegó a la prisión y, tratando de sobrellevar la soledad y la pesadez del encierro, empezó a escribir, a leer y se volvió un modelo dentro de la penitenciaria en Oregon. Él hizo un texto que es parte de una obra de teatro que escribieron varios reclusos y que se ganó un premio hace unos años años (The Bucket ganó el primer lugar en el Prision Writing Contest, en 2018).

“Becca me preguntó de qué se trataba el disco y le dije que me gustaría que tratara un poco de las injusticias sociales. Descubrió el texto de Sterling, le puso música y la letra es maravillosa. Es terrible y hermosa al mismo tiempo. Describe todo lo que él vive dentro de la cárcel y su proceso mental para tratar de sobrellevar esa soledad y dureza de la prisión.

“Cuando terminé la canción y se la enseñé a Becca, le encantó, pero necesitábamos el permiso de Sterling para usar la letra. Hablamos con él, le enseñamos la canción por teléfono, le pedimos permiso, estaba muy emocionado de que sus palabras fueran usadas para algo más grande que solo el núcleo de la cárcel.

“Esa historia fue muy conmovedora. Yo nunca había hablado con un preso que estuviera dentro del sistema. Y aparentemente se ha vuelto un modelo que le ha ayudado a mucha más gente a escribir, a tratar de lidiar con la cuestión de la salud mental dentro de la prisión a través de la literatura. Es una historia muy linda del disco”.

*Al momento de la entrevista llevada a cabo en junio de 2022.

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