Federico Sánchez es improvisador, compositor y docente enfocado en la experimentación electroacústica. Ha participado en proyectos de la escena de la música creativa de la ciudad de México que van desde el jazz contemporáneo, la música electrónica, la improvisación, el folk y el rock.
Se ha presentado con distintos proyectos y en formato solista en diversos foros y festivales del país y el extranjero.
Actualmente trabaja para el sello Discos Carnitas, dedicado a la edición de música experimental y a la gestión y organización de eventos para la difusión de las nuevas expresiones artísticas.
– ¿Cómo has vivido el confinamiento? ¿Qué consecuencias te ha traído?
Al principio fue difícil. La incertidumbre me pesaba mucho. Muchos proyectos donde había trabajado bastante a finales del año pasado se detuvieron. Conforme fueron pasando los días, me detuve a reflexionar y, al contrario de mis primeras emociones, empece a experimentar una paz interna que creo necesitaba, incluso al grado de mantenerme silencioso por fuera y por dentro. Ahora, con toda responsabilidad y sin afán de invisibilizar todos los problemas económicos y sociales que esta crisis sanitaria representa, podría decir que este silencio prolongado me ha servido mucho para volver a tener diálogos internos conmigo mismo. Me ha regresado la noción de mi persona decantada de su profesión y quehacer musical.
– ¿Qué papel consideras que tiene la música en esta crisis?
Es una pregunta difícil para mí, la pienso todo el tiempo. Por un lado, la música siempre será un vehículo neutral y hermoso para verter nuestras inquietudes, para traducir nuestros temores más profundos y sublimarlos en experiencias de placer y reflexión infinitas. En ese sentido, qué bueno que la tenemos siempre a la mano, como creadores y como escuchas.
Por otro lado, tengo mis dudas con respecto a la sobreproducción de música que se está manifestando consecuencia de esta cuarentena. Me cuesta mucho trabajo quitarme de la cabeza la idea de que a lo mejor tenemos otra salida, otra manera de seguir compartiendo nuestra música que vaya más allá de un océano de transmisiones en vivo y de retos de cuarentena en Instagram. Me gusta pensar que nuestra música y la comunidad que podemos hacer con la gente, puede ir mas allá de los límites de un hashtag.
– ¿Cuáles consideras que son los principales problemáticas que enfrentará la comunidad de músicos independientes en este situación inédita en el mundo? ¿Cómo resolverlas? ¿Cómo abordarlas?
Pienso en dos principales: la económica y la emocional.
La primera es todo un lío: la ausencia de música en vivo arrastra a un grupo de agentes activos de la industria gigante: músicos, todos los involucrados en los centros nocturnos, familias que dependen de estos mismos agentes, proveedores de alimentos y bebidas, y un gran etcétera. Teniendo esperanzas de que esto no se prolongue demasiado, tenemos que pensar mucho en el después de este fenómeno. Tenemos que estar preparados a que cuando la normalidad, lo que sea que eso signifique, vuelva, las cosas no serán las mismas.
Ojalá la palabra comunidad cada vez encuentre más significados y podamos reactivar la economía que soporta a la música, y con ese pensamiento siempre presente, desarrollar maneras más inteligentes y saludables para generar ingresos de lo que hacemos.
– ¿Como creador qué papel juega la tecnología en el confinamiento? ¿No es momento de repensar la tecnología como un elemento estético en el trabajo artístico para generar una experiencia y vínculo con el escucha acorde a la situación y el medio digital, y no solo como herramienta de difusión “en vivo”?
Sí. De entrada, siempre me ha parecido extraño separar la tecnología de los medios más convencionales, es decir, desde hace un tiempo la tecnología es parte fundamental de la creación también, no solo de la difusión artística. Dicho lo anterior, creo que mas bien debemos de aprender a convivir con la tecnología de las mismas maneras con las que lo hicimos antes con lo que conocíamos.
Justo dentro del streaming creo que aún hay muchos formatos por descubrir. También me encantaría ver que cosas se gestarán a partir de la realidad aumentada, creo que ahí hay todo un universo para explorar, con o sin contingencia.
– Al ser la música un agente que históricamente fortalece vínculos e identidad comunitaria y cuyo espacio natural es el espacio público donde se lleva a cabo la escucha colectiva. Al cancelarse ese espacio por el confinamiento, desde tu perspectiva ¿qué implicaciones tiene para la comunidad en su conjunto?
Muchas. El fenómeno de la escucha, y no necesariamente solo de música, es parte fundamental de nuestro entendimiento de la realidad. Este súbito quiebre a esa experiencia que sentíamos tan asegurada, al grado que a veces no la valorábamos lo suficiente, definitivamente rompe la percepción del aquí y del ahora. En lo personal, aunque valoro mucho el aprendizaje sonoro de mi espacio de vivienda, a veces me logra pegar y me genera una sensación de profunda confusión.
¿Qué opinas de la gran cantidad de contenidos gratis online que se están liberando tanto de grandes consorcios -como el Festival de Montreux- hasta los artistas independientes desde sus casas? ¿Qué pros y contras le ves a esto?
Creo que ofrecer contenido gratuito a la comunidad puede tener cosas muy lindas. De entrada, parece ser la única manera donde ahora podemos escuchar música. Por otro lado, a los artistas independientes, eso no les esta generando ingresos. También, no estoy seguro qué tanto está dispuesta la gente a pagar por un concierto en linea, es decir, esta plática se ha tenido antes con respecto a qué tanto la gente está dispuesta o en la posición económica de poder pagar una entrada a un concierto. Justo por acá creo que tiene que entrar la creatividad de los artistas, ¿cómo podemos entregar material y recibir dinero sin afectar al consumidor?
– ¿Cuáles consideras que sean las lecciones que habría que tomar de esta crisis?
Más allá de valorar únicamente la capacidad de convivir en grupos, creo que también hay que valorar el silencio, el no hacer nada.
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