Aarón Flores, la necesidad de la acción colectiva

El guitarrista de la ciudad de México considera necesario que el gremio de creadores independientes se movilice y proponga acciones para hacer frente a la crisis.

Foto: Jesús Cornejo

Por @malariasonora

Aarón Flores estudió la Licenciatura en Jazz en la Escuela Superior de Música y actualmente escribe una tesis sobre narratividad e improvisación en el Posgrado en Musicología de la Facultad de Música de la UNAM.

Ha editado cuatro discos como líder: Loto (2014), seleccionado como Disco del año en la edición Presente de las Artes en México de la revista La Tempestad; Otras estampas citadinas (2014), resultado de su trabajo como becario del programa Jóvenes Creadores del FONCA en el periodo 2013-2014; Nova Insula (2018), con Federico Hülsz, Benjamín García y Hernán Hecht; y Tres viñetas a partir de la transmutación de un paisaje (2019), donde combina elementos de improvisación, música de cámara y medios electrónicos.

Forma parte de las agrupaciones: T’orus, Hernán Hecht X-Pression Quartet y Bahía de Ascenso, entre otras.

Impartió clases en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y desde el año 2012 pertenece a la plantilla de profesores de la Academia de Jazz de la Escuela Superior de Música INBA.

– ¿Cómo has vivido el confinamiento? ¿Qué consecuencias te ha traído?

Prácticamente, desde el 17 de marzo no he salido de mi casa. Todos los conciertos de estas fechas se han cancelado, la mayoría eran en clubes de jazz. Trato de seguir los planes que me había propuesto para este año pero todavía no resuelvo algunas cosas.

– ¿Qué papel consideras que tiene la música en esta crisis?

Es extraño porque, antes de que empezara todo esto, ya me cuestionaba cuál era mi papel como músico y qué impacto podría tener la música que toco.

En las redes sociales hay un mensaje que he visto compartido en varios perfiles de colegas. Se reprocha que anteriormente las disciplinas artísticas se han visto afectadas por recortes y que son éstas las que ahora nos están salvando del aburrimiento en el encierro. Eso está muy bien, pero Spotify sacó un reporte de la música que se escuchó a finales de marzo y cómo habían cambiado las preferencias. Se buscó menos música y más podcasts informativos. Y en cuanto a playlist, se habían incrementado las músicas suaves en la onda new age. Entonces, ¿qué tanto están volteando a vernos las personas encerradas en sus casas?

Me queda claro que ante esta situación nuestra única forma de darnos a notar es a través de las redes sociales, pero pienso que estas vías se han desarrollado de tal manera que la gente termina viendo lo que ellos ya tienen en mente y es muy difícil que se abran a ver nuevas propuestas.

– ¿Cuáles consideras que son las principales problemáticas que enfrentará la comunidad de músicos independientes en esta situación inédita en el mundo? ¿Cómo resolverlas? ¿Cómo abordarlas?

De alguna u otra manera las cosas se fueron configurando para que los artistas independientes tuvieran una pequeña remuneración de la música que tocaban en vivo, pero ahora esto es imposible y deja ver la falta de opciones que tiene el músico para obtener una solvencia económica. Es verdad, muchos hacemos otras cosas como la pedagogía, pero la sobreoferta de clases en línea que se vivió a los pocos días de comenzada la crisis hace ver la necesidad de obtener un ingreso a como dé lugar.

– Al ser la música un agente que históricamente fortalece vínculos e identidad comunitaria y cuyo espacio natural es el espacio público donde se lleva a cabo la escucha colectiva. Al cancelarse ese espacio por el confinamiento, desde tu perspectiva ¿qué implicaciones tiene para la comunidad en su conjunto?

Esto es muy cierto y en cuanto a mi experiencia como docente veo una gran problemática. Hay una generación de jóvenes músicos entre los 19 y 29 años que hasta ahora habían impregnado una energía súper positiva a la escena del jazz de la ciudad de México. Se les veía organizando conciertos, creando proyectos personales y asistían religiosamente a las jam sessions. Esta situación de pronto se ve cortada en el ámbito de lo público y, en lo personal, me preocupa que el desarrollo que se venía dando en el lenguaje y el nivel interpretativo de estos jóvenes traiga consecuencias desfavorables a la escena.

– ¿Qué papel juega la tecnología en el confinamiento? ¿Se reduce a hacer streaming? ¿No es momento de repensar la tecnología como un elemento estético en el trabajo artístico para generar una experiencia y vínculo con el escucha acorde a la situación y el medio digital, y no solo como herramienta de difusión “en vivo”? 

Antes de esto ya existían proyectos que trataban de usar la tecnología, sobre todo de libre acceso, para realizar conciertos entre músicos que se encontraban en distintas locaciones. El trombonista Michael Dessen es un referente. Pero estos softwares tienen ciertas características, como la latencia, que hacen imposible la ejecución de cierta música. Creo que todavía es muy temprano, pero será interesante ver cómo la música se irá transformando para poder sobrellevar estas limitantes.

– ¿Qué opinas de la gran cantidad de contenidos gratis online que se están liberando, tanto de grandes consorcios -como el Festival de Montreux- hasta los artistas independientes desde sus casas? ¿Qué pros y contras le ves a esto?

En realidad, los artistas independientes comparten contenido gratuito desde siempre. En cuanto a los contenidos de festivales y otras compañías escénicas, me parece genial. Por fin se abre el Internet como ese lugar donde uno tiene acceso a información de lujo. Lo que sí me pregunto es cuánto durará esta tendencia porque la mayoría de estos festivales y orquestas siguen un modelo de negocios muy claro. Mientras, hay que aprovechar.

– ¿Cuáles consideras que sean las lecciones que habría que tomar de esta crisis?

Todavía es muy pronto. A veces siento que hay una urgencia por descifrar lo que sucederá en el futuro. Ahí están todos los filósofos de moda discutiendo si sobrevivirá o no el capitalismo, y ya hasta libros tienen sobre la pandemia. Lo cierto es que esta crisis acentuará la precariedad en la que viven la mayoría de los artistas independientes y el gremio tendría que movilizarse para proponer acciones que transformen esa situación.

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