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Vania Fortuna, fortalecer y diversificar la comunidad

La joven compositora del ensamble Selvanegra sostiene que es un momento de construir solidaridad, que el tejido comunitario resista, crezca y se diversifique a pesar de la crisis.

Foto: Mo

Por @malariasonora

Vania Fortuna es una joven cantante y compositora mexicana con formación dentro del jazz (ESM) y la Sociología (UNAM). Ha sido acreedora a diversas becas de movilidad al extranjero que le han permitido enriquecer sus estudios en ambas disciplinas. Actualmente, forma parte de Selvanegra, proyecto que fusiona música tradicional mexicana, ritmos latinos y jazz. La banda fue acreedora a la beca IBERMÚSICAS, con el proyecto Selvanegra en directo en Colombia, con el cual tendrán una presentación en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

– ¿Cómo has vivido el confinamiento? ¿Qué consecuencias te ha traído?

El confinamiento ha sido para mí una oportunidad para abordar la música desde un sentido más personal, me ha permitido experimentar con herramientas electrónicas a las cuales no había tenido oportunidad de acercarme anteriormente. A partir de esta experiencia, he podido concentrarme en la idea de la plástica de la voz y el sonido; la maleabilidad como posibilidad del sonido como un material.

– ¿Qué papel consideras que tiene la música en esta crisis?

Siento que las personas no solamente tenemos necesidades materiales, sino también simbólicas que debemos satisfacer. La música y el arte en general, son experiencias que finalmente necesitamos los seres humanos en nuestro vivir cotidiano, no sólo para acompañarnos, sino también para obtener experiencias emocional y simbólicamente significativas.

En esta situación de aislamiento es necesario ese momento de sentirnos parte de una experiencia compartida. La música es una actividad de interacción que aunque sea diferida o por medios digitales puede lograr una especie de conexión que genere o recuerde un vínculo de interacción humana. Una especie de ventana a otra persona, personas o momentos. Es por ello, que la música como cualquier actividad artística resulta fundamental en esta situación.

– ¿Cuáles consideras que son los principales problemáticas que enfrentará la comunidad de músicos independientes en este situación inédita en el mundo? ¿Cómo resolverlas? ¿Cómo abordarlas?

Evidentemente las oportunidades de tocar en vivo se vieron seriamente reducidas a partir de las medidas de aislamiento y ese es el principal problema de un gremio que vive de trabajar sin contratos y donde las condiciones laborales quedan mucho a la palabra. Sin embargo, creo que una de las estrategias fundamentales será que como comunidad enfrentemos este desafío.

La solidaridad será una pieza clave en la regeneración de las redes económicas y sociales que operan dentro de la música como campo de lo social, de modo que los espacios estén abiertos a las propuestas de todo tipo que permitan tanto oportunidades laborales para todos así como una oferta amplia para los espectadores. Finalmente, pienso que una escena se fortalece a partir de su diversidad.

– Al ser la música un agente que que históricamente fortalece vínculos e identidad comunitaria y cuyo espacio natural es el espacio público donde se lleva a cabo la escucha colectiva. Al cancelarse ese espacio por el confinamiento, desde tu perspectiva ¿qué implicaciones tiene para la comunidad en su conjunto?

Pienso en que quizá surja una tendencia por los aforos de menor magnitud, incluso después de la desaparición de las medidas de aislamiento. Por otro lado, lo que resulta esperanzador es la evolución de los modos de apropiación de los medios tecnológicos para producir y distribuir la música. Quizá sea un momento en el cual las practicas comunitarias se transformen y los vínculos comunitarios se den de otro modo.

– ¿Como creadora qué papel juega la tecnología en el confinamiento? ¿Se reduce a hacer streaming en vivo?  ¿Consideras que a través de la tecnología se podría generar un vínculo tan fuerte con el escucha como lo hace la música en vivo?

En mi experiencia, los controladores me han permitido explorar la plástica del sonido desde una perspectiva nueva para mí y producir música desde otros lugares. Sin embargo, hay quienes han optado por la herramienta del streaming para conciertos y clases. En mi opinión, cualquier herramienta de la que podamos echar mano por ahora es útil, si nos ayuda a distribuir nuestro trabajo de una manera más adecuada para nosotros y la audiencia.

Siento que los conciertos en vivo tienen una energía muy especial por la interacción cara a cara que se da entre los músicos y quien escucha, la experiencia estética localizada desde el cuerpo puede ser muy poderosa.

Por otro lado, el vínculo que se genera a través de una transmisión o una grabación puede tener elementos que también generen una interacción simbólica y emocionalmente significativa con quien escucha. El error sería esperar la misma sensación que un concierto en vivo. Existe esa posibilidad, pero quizá la sensación sea diferente. Todos nos hemos conmovido con grabaciones antiguas de músicos que ya ni siquiera viven, y ese es un ejemplo de que alguien puede tener una experiencia estética completa a través de un dispositivo.

– ¿Qué opinas de la gran cantidad de contenidos gratis online que se están liberando tanto de grandes consorcios -como el Festival de Montreux- hasta los artistas independientes desde sus casas? ¿Qué pros y contras le ves a esto?

La distribución de contenido cultural siempre tiene un beneficio para quienes no tienen la posibilidad económica, o – en este caso- física de acudir a un espacio para consumir algún producto de esta índole. Se beneficia la audiencia pues la oferta cultural se enriquece y diversifica, y se beneficia parcialmente a los creadores a partir de la difusión del material.

Por otro lado, hay contenido que se ofrece a cambio de cuotas y lo importante aquí es que el público considere que los creadores somos personas que dependemos económicamente de la distribución de nuestro trabajo – ya sea creativo o docente- y que existen plataformas que nos benefician más que otras.

Quizá la clave en esta circunstancia sea comprender el impacto que puede generar consumir productos culturales de creadores locales en comparación con grandes corporativos, así como consumir en la medida de lo posible para cada quien.

– ¿Cuáles consideras que sean las lecciones que habría que tomar de esta crisis?

Estamos en un momento de opacidad general, aún se puede hablar poco de esta circunstancia ya que es un fenómeno global de una magnitud que no se había visto con anterioridad. Sin embargo, sería un buen momento para preguntarnos sobre las condiciones laborales de los jóvenes, puesto que esta circunstancia ha dejado en evidencia la vulnerabilidad en la que laboramos hoy en día, sin garantías de seguridad económica ni social. Creo que es un buen momento para preguntarnos nuestras formas de organización y que tan justas son en relación al trabajo que desempeñamos.

Sin duda es un momento de construir solidaridad, fortalecer nuestros vínculos cercanos y no cercanos, de hacer que el tejido comunitario resista, crezca y se diversifique a pesar de esta situación. No es momento de egoísmo, sino de empatía pues sólo como comunidad lograremos transformar y habitar de una manera digna la realidad que nos acontece.

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