El primer intento de realizar conciertos más allá del streaming que llamó mi atención durante la cuarentena fue Tele:Matik, serie de conciertos telemáticos organizada por el contrabajista Santiago Botero, uno de los motores creativos del circuito bogotano. La anunció como “conciertos telemáticos Lo Fi”, porque los llevó a cabo con la tecnología que tenía más cerca, es decir, conexión a Internet casera y una cuenta de Zoom.
En pocas palabras, un concierto de estas características se realiza a través de banda ancha y permite interactuar con más participantes en tiempo más o menos real por el factor de la latencia, que es un retraso de la transmisión de datos y que puede ser un inconveniente para varios tipos de música que dependen de la sincronía. Con todo, Santiago armó una amplia serie de veinte conciertos de improvisación libre (algunos con visuales en vivo) con músicos de distintas partes del mundo, cuyo objetivo fue la recaudación de fondos para el importante foro bogotano Matik:Matik.
Gracias a su objetivo y a la fraternidad de los músicos que participaron, la serie logró conformar una comunidad de seguidores que se manifestó de distintas formas: interacción en el chat de Youtube durante las transmisiones, apoyo en la difusión de los carteles promocionales de los conciertos, donaciones al foro, e incluso mensajes vía Whatsapp para preguntarnos si veríamos el siguiente concierto o simplemente para intercambiar opiniones acerca de la experiencia de mirar una presentación de esas características. Un poco como en aquellos años de la televisión análoga de canales limitados cuando compartíamos opiniones en torno al nuevo episodio de nuestro programa favorito.
Tele:Matik, además de un acto de solidaridad hacia un foro que es clave para la comunidad de músicos experimentales, fue también un gesto de apertura a nuevas formas de creación y, como el mismo Santiago lo plantea: a nuevos modos de escucha.
Botero, junto con todos los artistas que se unieron a la serie, nos llevaron a través de la música y la imagen improvisadas a una expedición por la selva digital para intentar descubrir los vínculos con ese mundo desconocido que se nos abrió de la noche a la mañana.
Da click para ver la serie completa.
Te recomendamos el texto de Santiago Botero: La escucha en tiempos del coronavirus I/II
Te recomendamos el texto de Santiago Botero: La escucha en tiempos del coronavirus II/II
Generación Espontánea 14 aniversario.
Desde el principio me despertó curiosidad este concierto. Primero, por ver a uno de los ensambles pioneros de la improvisación libre en México celebrar 14 años de vida. Y segundo, porque el afiche promocional mencionaba que el flautista Wilfrido Terrazas no tocaría con la banda en vivo, sino “desde algún lugar” (¿?). De hecho, en la entrevista que nos ofrecieron algunos de sus integrantes, se limitaron a decir que presentarían a “Willy virtual”. Las únicas pistas que quedaban entonces eran los propios antecedentes del grupo: presentaciones para espacios específicos, acciones sonoras, y un concierto telemático que no funcionó como les hubiera gustado por la tecnología que se tenía en 2007.
El concierto se llevó a cabo en Bucareli 69, foro cultural independiente ubicado en una casona de fines del siglo XIX en la colonia Juárez de la ciudad de México y lugar excepcional para albergar manifestaciones artísticas por sus cualidades arquitectónicas. Un aliciente más al ser una locación visualmente atractiva.
Durante algunos minutos hubo algunas fallas de origen en el Internet que transmitía a Facebook, pero eso no demeritó el concierto porque lo que presenciamos en estas transmisiones no es nada más una presentación en vivo, sino la gestación y el nacimiento de nuevas maneras de ofrecer la música, vincularnos con ella y donde las fallas técnicas son intrínsecas al proceso.
Una vez resuelto el fallo, la transmisión corrió sin problemas con buen audio y calidad de imagen, complementada con el diseño de luces de Vladimir Bojórquez. La primera parte fue con dos ensambles diferentes: el primero conformado por Carlos Alegre (violín), Misha Marks (latarra) y Ramón del Buey (clarinete bajo); y el segundo, por Natalia Pérez Turner (cello), Alex Bruck (viola) Fernando Vigueras (objetos) y Darío Bernal (percusión). Digamos que la primera mitad podría estar dentro de los parámetros de un concierto en línea a los que estamos más o menos habituados.
A partir del minuto 35:53 todo cambió. A la Obi Wan Kenobi apareció la imagen en video del flautista Wilfrido Terrazas quien, echando mano de su elocuencia, dio la bienvenida a la segunda parte de la sesión. Ese fue el inicio de un emocionante concierto donde Willy interactuaba con el ensamble de forma intermitente a través de sus improvisaciones grabadas en video y lanzadas de manera aleatoria desde la consola.
Una experiencia intensa que atravesó distintos niveles tecnológicos y espacio temporales: los videos (que remiten a los años del video análogo y cultura pop) grabados previamente por el flautista quien por su situación geográfica no estuvo físicamente en el concierto. La interacción con dichas filmaciones que modificaban la música en tiempo real de un ensamble que en plena era electrónica trabaja con instrumentos y objetos acústicos. Y del otro lado de la pantalla, los desperdigados espectadores mediados por una transmisión digital con mínimo de retraso, pero alteración del tiempo al fin y al cabo. Todo ello, transmitido desde una casona de fines del siglo XIX en pleno sigloXXI.
Véanlo por ustedes mismos.
Te recomendamos la entrevista: Generación Espontánea, 14 años de libertad.
Te recomendamos la cobertura virtual del concierto de la Generación Espontánea.
Calendario Sónico – Todd Clouser y Alejandro Otaola
La mañana del 28 de junio recibí este mensaje de Alex Otaola vía Whatsapp:
– ¡Ese! Todd y yo queremos que seas “piloto de prueba” de un proyecto que traemos entre manos.
– Eso suena peligroso, respondí.
Momentos después, me envió el previo de lo que sería Calendario Sónico, proyecto interesante y divertido por igual que me tuvo frente a la computadora en distintos momentos del día. En pocas palabras, es un calendario con un clip sonoro en cada día de la semana -realizados por los guitarristas Todd Clouser y Alex Otaola y la contrabajista Adriana Camacho-, en donde el usuario puede crear indistintamente temas a su gusto.
No es la primera vez que Otaola y Clouser desarrollan una idea donde involucran directamente al escucha. Por un lado, Todd es un incansable generador de grupos y colaboraciones. Entre todas ellas, destaca Chant, cuyo eje conceptual es la celebración del poder de la música como creadora de comunidad. El proyecto consiste en invitar al escenario a un coro de no músicos que varía en cada presentación y cuyo objetivo es la interacción cultural a través de la voz. El disco cuenta con la participación de los bateristas Billy Martin y JT Bates, el bajista James Buckley, Todd en la guitarra, y 58 voces grabadas en distintos lugares y momentos.
Por su parte, Alejandro Otaola, lo había hecho con el disco/app Infinito, junto con la artista vocal Iraida Noriega. Ese proyecto consistía en que el usuario podía escuchar el álbum de forma tradicional y también crear diferentes versiones gracias a la fragmentación de la música en múltiples clips de audio. En palabras de Otaola e Iraida, Infinito nunca es el mismo disco dos veces.
Calendario Sónico, aunque comparte similitudes con Infinito y Chant en el sentido de buscar interacción con el público, tiene vida propia en cuanto a concepto y plataforma. Fue creado en medio de la contingencia por el Covid-19 como un intento de colaboración a distancia y, a diferencia de los proyectos mencionados, CS no es un disco y utiliza herramientas tecnológicas de uso cotidiano como Youtube y una extensión de Google Chrome que permite grabar los temas realizados por los usuarios. Calendario Sónico contiene además un trasfondo social, ya que el mes protagonista es mayo, mes en que asesinaron a Giovanni López y George Floyd.
Ve a Calendario Sónico dando click.
Te recomendamos la entrevista: Alejandro Otaola, resignificar los vínculos con la música.
Te recomendamos la entrevista: Todd Clouser, la ruta de la innovación.