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Iraida Noriega, la intuición como forma de vida

Distintas voces comparten su testimonio sobre Iraida Noriega, imaginativa y fundamental cantante de la escena independiente mexicana.

Foto: Jesús Cornejo

Por Oscar Adad

“En el segundo concierto que di junto a ella —relata el guitarrista Alejandro Otaola—, al terminar la primera rola, dejé la guitarra-sinte y, al girar mi asiento para tomar una guitarra acústica, se escuchó un rechinido. Pensé que iba a tener que sortear un concierto en el que el banco podría rechinar en cualquier momento. Pero mientras yo pensaba esto; ella, continuando el melisma de salida de la canción, comenzó a replicar el sonido del rechinido con su voz. Apenas lo escuché, dejé la acústica en su atril y comencé a explorar los rechinidos que podía hacer el banco. En poco tiempo, ella estaba armonizando las notas que yo emitía y, sin haberlo previsto, la segunda rola del concierto fue ‘Interludio para voz y banco’”.

Iraida Noriega siempre tiene un as bajo la manga. Es unánime en el circuito del jazz en México que ella es la voz más brillante que hay en este país. Sin embargo, su voz y espontaneidad no sólo cautivan los oídos de los aficionados y músicos de jazz, sino también a los de otros estilos y disciplinas como el rock, el hip hop o la poesía. A lo largo de poco más de veinte años de trayectoria y 13 discos editados, Iraida Noriega siempre ha guiado su carrera de acuerdo a lo que le dicta la intuición. Ella se ha desarrollado, como músico independiente, en un medio muchas veces hostil hacia los artistas que trabajan desde la periferia de la gran industria y que tienen que construirse un camino por sí mismos. Pero ella está ahí, con su voz, su musicalidad y su carácter siempre dispuesto a buscar diferentes sonoridades y distintas maneras de que su trabajo llegue a oídos de la gente.

Charlamos en la pequeña barra que divide la cocina y la estancia en su acogedor departamento de la colonia Roma, en la ciudad de México. Acaba de regresar de su última gira por Colombia como parte del proyecto Bestias y prodigios, espectáculo homenaje al escritor Juan José Arreola, dirigido por su nieto, el bajista de rock Alonso Arreola. Éste es uno de los varios ensambles en los que participa, pero su discografía como solista es vasta y diversa. Pueden encontrarse discos más cercanos al folk, otros al jazz, incluso una aplicación para dispositivos móviles. Y esa diversidad es lo que llama la atención.

“Creo que es una manera de lidiar o no con la realidad –relata-. Para no tener malos pensamientos y mantenerse ocupado. Es una energía que se va por el lado creativo o se va por un lado mortal y destructivo. Eso es claro y hasta puede ser neurótico si tú quieres. Y se van sumando diferentes trabajos porque esa es la única manera en la que puedo estar pila y mantenerme positiva, dado que las cosas no es que estén necesariamente bien en la vida”.

Asimismo, todos sus trabajos tienen la particularidad de ser proyectos de un solo disco. Al respecto, dice que el compromiso mayor se encuentra con la música y la creatividad: “es lo que tiene larga vida, más que los proyectos”. Y agrega: “eso sucede mucho con los jazzeros, que se juntan para hacer determinadas cosas, pero están comprometidos con su camino personal. No ha habido continuidad de hacer un segundo disco de tal proyecto, sino que la constante es seguir haciendo música distinta con diferentes personas y contextos diversos”.

Y es que Iraida es de los pocos artistas surgidos del jazz que ha sabido involucrar con fortuna diferentes géneros y colaboradores a su música. Por ejemplo, Eric el Niño, reconocido MC dentro del hip hop en nuestro país, y que forma parte de la Groovy Band, uno de los proyectos más recientes de la cantante y compositora. “En mi caso, viniendo de una tradición meramente hip hop –cuenta Eric-, donde lo más importante es el flow, el encuentro con el scat de Iraida siempre ha sido un reto. Al momento de improvisar arroja muchas frases rítmicamente complejas que me inspiran y me obligan a responder de la misma forma cuando llega mi turno. Estando con ella al frente del escenario he comprendido el valor y la riqueza del interplay en el jazz, siendo ambos vocalistas. Con La Groovy Band cada jam hace honor a los principios de ambos mundos, del suyo y del mío, mundos donde la improvisación define en buena medida el nivel y la entrega de cada artista”.

Pero también, Iraida Noriega es un referente en términos de construir una carrera a través de la independencia, prácticamente sin agencias de booking ni management. Aunque Libertad Estrada trabajó con ella algún tiempo como mánager y continúan colaborando, en la actualidad la mayor parte de su trabajo lo gestiona la propia cantante. La han buscado personas para trabajar en management, pero ella no acepta. Tiene sus razones. “No tengo mucha apertura porque hay mucho chambismo apático y no una verdadera pasión. Me gusta que quien esté cerca esté apasionado con lo que construimos juntos, y que va más allá de la música. Es decir, construir algo que es importante, que trasciende, porque si sale bien, muchas otras cosas pueden salir bien”.

La manera de trabajar de Iraida la va dirigiendo la propia música, más allá de estrategias que tengan que ver con la industria o el negocio. “Creo que hay como una suerte de misticismo donde la música misma va dictando por dónde quiere ir. Lo que más me interesa es que la música circule y el primer motor es cuando sientes esa alegría de decir ‘está increíble este arreglo’, así de básico es el punto”, sostiene.

Un ejemplo que para ella ilustra ese “misticismo” es el disco Nueva estación (2014), material de arreglos a temas del rock de la década de los 80 y que tuvo que enfrentarse a un engorroso proceso de derechos de autor en el que, para poder sacarlo al mercado, la cantante tenía que pagar una cantidad fuera de sus posibilidades. Al final, prefirió poner el álbum en descarga gratuita. “La decisión de ponerlo en descarga gratuita fue una gran experiencia, nunca lo había hecho. Me di cuenta que tenía mucho sentido porque son rolas que ya son de todo el mundo y que uno solo está sumando reinterpretaciones, y algo de eso tuvo sentido, se redondeó. Eso pasa en el transcurso del proyecto, no lo preveo. Yo voy dando pasos y los mismos pasos van diciendo hacia dónde hay que ir”.

Sin embargo, existen ópticas que ponen desde otra perspectiva el trabajo de Noriega. El promotor Julio Rivarola, uno de los hombres de mayor experiencia en el negocio de la música en México, explica: “hay varios tipos de industrias musicales: la comercial recalcitrante, la cultural, y la del nicho de los melómanos que solo buscan buena música. Iraida pertenece a ese sector muy específico donde las cosas están bien hechas, aunque sean para un público selecto y limitado en términos de una proyección mayor. Iraida tiene un enorme y rico bagaje familiar que la ha llevado a experimentar y no tener miedo de hacer cosas distintas, aún en el terreno del “jazz mexicano”, ella va más allá musicalmente y todos la ubicamos como gran cantante, compositora y alguien que se arriesga sin pensar en lo “comercial”. Pero, viendo la enorme calidad de su propuesta y los años de carrera que lleva, es obvio que esta industria de nicho hace rato que le queda chica”.

Y abunda: “Lo deseable sería una mayor proyección nacional e internacional a nivel mercadotecnia y latencia permanente, para lo cual posee el nivel y ciertamente se merece, pero para eso hace falta refinar su estructura orgánica profesional: Management-booking-Relaciones públicas, requerimientos básicos del mercado que te acercan hasta el último fan del planeta”.

Del lado del periodismo, David Cortés, autor de, entre otros libros, El otro rock mexicano, sostiene que  “Iraida, como otros, es una necia; y sabe que esa es una condición indispensable para hacer lo que hace. De otra manera, la industria podría acogerla si declinara, si se rindiera, pero no lo ha hecho. A veces, ejemplos como éste es lo que necesitamos”.

– ¿Con tantos años de carrera y la diversidad de proyectos que tienes, consideras que ya recorriste en su totalidad el circuito musical mexicano?, le pregunto a Iraida.

– De cierta forma podría pensar que sí, pero cuando empiezas a hacer proyectos que te exponen hacia otro público, otra manera de pensar, ahí se renueva todo. Sin embargo, sí empieza a ser necesario viajar. De alguna forma aquí te armas un personaje con todo lo que implica. Y de pronto, tener la experiencia de irte a plantar a un lugar donde eres nadie, eres lo que te pares y suenes en ese momento, y lo que de ahí repercuta, está chingón. Es como una inocencia que se necesita recuperar.

Nuestra charla concluye, pero ya prepara dos nuevos proyectos: el primero de ellos LIJ Trio, que es orientado hacia el folk; y Luminosa, junto al pianista Abraham Barrera, proyecto de poesía y música de cámara, y del cual aprovecha para mostrarme un fragmento de las primeras maquetas.

Mientras escucho la música también pienso en su trayectoria, todos los músicos con los que ha tocado, la cantidad de veces que la he visto en vivo, pero sobre todo, en sus palabras. “No entiendo muy bien el asunto de la industria; a menudo me lo he cuestionado en el sentido de si estoy haciendo bien o mal; pero al final del día, con las consecuencias buenas y no tan buenas, siento que estoy comprometida con lo que mis entrañas necesitan hacer”.

Mira la galería realizada por Jesús Cornejo.

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