Generación Espontánea, catorce años de libertad

La consolidación de la escena experimental en México, la improvisación libre como práctica en sí misma, su delirante sentido del humor, entre otras cosas, es de lo que conversamos con la Generación Espontánea por su 14 aniversario.

Foto: Jesús Cornejo

– ¿Se considera parte de una generación de músicos en particular?

– Sí, pertenezco a la generación espontánea

Tom Corona entrevistado por Julio Scherer momentos antes del ‘echeverrazo’ (Excélsior, 1976).

Por Oscar Adad

La Generación Espontánea es uno de los grupos pioneros de la improvisación libre en México. Sin embargo, ha pasado prácticamente por debajo del radar de los medios especializados. Pero eso no ha hecho mella. Existe ese público minoritario ávido de acercarse a nuevas y desafiantes experiencias con el sonido y la GE se las ha ofrecido al por mayor durante catorce años.

Desde su concepción misma en 2006, se notaba que el grupo tomaría caminos insospechados y nada complacientes. El flautista Wilfrido Terrazas, desde un inicio, lo concibió como “antibanda”, ya que para él era fundamental considerarla como algo “inestable, impredecible, quimérico”.

De este modo, la banda (perdón, antibanda), ha expandido no solo el lenguaje de la improvisación en términos sonoros, ya que, además de presentarse en formato de concierto tradicional, lo ha hecho en sesiones para sitio específico y diversas colaboraciones interdisciplinarias.

En el texto, Generación Espontánea: apuntes para un itinerario, Terrazas da cuenta de los múltiples lugares y situaciones no convencionales en los que se ha presentado el ensamble: “un toquín en la Plaza Cihualpilli, en Tonalá, Jalisco, en abierta competencia con varios vendedores de discos piratas y que, habiéndose grabado, se convertiría a la postre en nuestro disco Kiosco; una intervención en una prestigiosa universidad privada del DF, misma que fue censurada y no pudimos concluir, y que además derivó en el despido de los bienintencionados organizadores y el posterior desmantelamiento del departamento de cultura de dicha institución”, entre muchos otros.

Y así han pasado 14 años, importantes colaboraciones, cuatro discos –reVuelta (2009), Kiosco (2011), Cátedra (2011) y The Marvelous Transatlantic (2013)-, más de cien conciertos, y todo un delirante folclor humorístico alrededor del grupo, del cual, afirma el flautista, “se podrían escribir 20 libros”.

Actualmente, la GE la conforma Carlos Alegre (violín), Alex Bruck (viola), Natalia Pérez Turner (cello), Fernando Vigueras (guitarra) Darío Bernal (percusión), Misha Marks (latarra y corno barítono), Ramón del Buey (clarinete bajo) y Wilfrido Terrazas (flautas).

Previo a su concierto online de aniversario este domingo, se charló vía Zoom con, Alex, Darío y Willy, quien participará en el concierto vía remota.

– ¿Cuáles son las características de una “antibanda”?

Willy: No sé si haya características. Se me ocurrió ponerle ese nombre en su momento porque era un caos el grupo, bueno, y sigue siendo. Y porque normalmente cuando uno dice “ah, tengo mi banda y voy a ensayar con mi banda y no se qué”, hay como una concepción de una cierta estabilidad y cierta previsibilidad de lo que ese grupo puede lograr, pero nunca ha sido el caso de nosotros. No había ninguna cuestión ideológica detrás de eso.

Darío: Como dice Willy, los ensambles de improvisación pueden trabajar así, no como cualquier otro ensamble que si no están todos, no puedes ensayar; o si no va al concierto uno, pues tampoco puedes tener el toquín. Y aquí sí porque nos podemos reacomodar de “N” número de formas.

– ¿En 14 años cómo mantener fresca la espontaneidad?

Alex: Lo más importante es que todos hacemos un montón de cosas de todo tipo y GE es algo a lo que regresamos. De repente no tocamos en periodos de casi un año. Tampoco es una carrera de la que dependa nuestro ingreso o nuestra gloria post mortem. Yo creo que es la falta de presión y que sabemos que siempre va a estar divertido. Y claro que se van dando proyectos, las grabaciones, conciertos importantes donde nos juntamos a ensayar, aunque sea a platicar, y decir “vamos a tratar de hacer esto con un poco más de forma”, pero siempre son cosas puntuales.

– ¿Cuáles son las premisas de la GE y cómo las desarrollan a nivel sonoro. Hay algunas direcciones estéticas que les guste desarrollar?

Darío: Dependemos mucho del toquín, del lugar. Muy al principio, al menos cuando yo llegué, era de “vamos a tocar y chingue su madre el mundo”. Pero después empezamos a trabajar por ensambles, después con el espacio y ahorita ya es un poco de todo. Nos vamos adaptando mucho a la situación. Siempre que llegamos al toquín decidimos qué va a pasar, antes nadie se preocupa por eso.

Willy: Yo no sé si la palabra “estética” sea un poco fuerte -no estoy diciendo que no pensemos en términos estéticos ni lo que hagamos no se pueda juzgar en términos estéticos-. Pero yo creo que nadie llega al toquín pensando “bueno ahora vamos a…” y tirar un choro. Definitivamente no hay ese punto de partida, pero sí hay una intención. Básicamente tenemos muchos años tocando juntos. Tenemos ideas similares producto de trayectorias parecidas y hay un cierto depósito de confianza mutuo que se logra en el transcurso de la improvisación.

– ¿Cuáles son sus métodos de trabajo para mantener el motor de la creatividad encendido?

Willy: La GE empezó como una especie de taller o lugar-plataforma donde probábamos cosas que no podíamos probar en ningún otro lado. Quizá esto generó una inercia de cierto tipo de trabajo, búsqueda y experimentación que posteriormente, en la práctica de cada quien, se fue por sí misma. Y ahora está un poco al revés: probamos cosas en otros lugares y cuando regresamos a la GE ahí se retoma ese trabajo de experimentación que se inició. Cada que volvemos a la GE seguimos enfrentándonos a una metodología que se desarrolló muy al principio y que tenía que ver con expandir los vocabularios sonoros, pero también expandir las posibilidades de interacción entre nosotros -que empezó sobre todo cuando llegó Darío– y a partir de la exploración de los espacios, que también fue una aportación sobre todo de él, pero que cada quien ha incorporado en su práctica en otras cosas.

Alex: De alguna manera hay cierto orgullo individual de presentar novedades, ya sea técnicas instrumentales, otros instrumentos o alguna cuestión extramusical, aunque eso siempre se ha mantenido bastante dentro de lo propiamente “musical”. No hemos explorado mucho ni el performance propiamente, ni cuestiones conceptuales, ni la multimedia, más allá de situaciones específicas. Pero sí hay el orgullo de presentar el juguete nuevo. Creo que ese es uno de los motores.

Darío: Bueno, pero el otro día hicimos la Pasión de Cristo, no lo olvides (risas). Y tenemos pendiente la pastorela (más risas). Sí hay ciertos detalles performativos, si quieres muy por encimita, pero que hemos tratado para sacar la creatividad. Ese día de la Pasión de Cristo que fue una Semana Santa hace como tres años, decidimos roles y cómo íbamos a desarrollarla, y resultó muy bien.

Willy: Fue un éxito, el Alex era la cruz. (Risas) (Nota: Alex mide casi dos metros de altura)

Alex: Yo creo que ese es un buen ejemplo de la falta de seriedad, en el buen sentido, que caracteriza a este grupo.

– ¿De dónde viene esta idea constante del humor en la GE?

Willy: Está muy desde el principio. Todo lo que hemos escrito acerca de la GE es un cotorreo, todo lo que hemos inventado, personajes mitológicos, los chistes locales y todo el folclor, sí da como para escribir 20 libros. Y casi cada nuevo toquín genera su propio folclor, por ejemplo, este asunto del vía crucis. Pero que además está todo ligado con el quehacer musical, porque todos esos chistes y cotorreos están relacionados con probar algo: aquí va a suceder esto y este ensamble va a tocar aquí y ésta acá. Entonces ahí sí hay una generación de una metodología de trabajo que está cimentada en el no tomarnos en serio las cosas, pero a la vez es muy en serio porque se ha convertido en metodología.

– Por cierto, hablando de seres mitológicos de la GE, ya díganme la verdad sobre Tom Corona.

Darío: Hubo una banda que era Tom Corona and the Coming Burguers donde estamos Ramón, Misha, Diego Elgarte y yo. No me acuerdo si había alguien más. Era una banda más rockera improvisadora, pero era desmadre. De ahí se adoptó el personaje de Tom Corona a la GE.

Willy: Pero todavía antes de que fuera una banda empezó como un cotorreo. Se nos ocurrió la idea de que Tom Corona era como una especie de gurú ficticio de la improvisación y le inventamos toda una historia y otros personajes. Pero a partir de ahí, empezó una idea de pasado mitológico de la GE, una especie de historia absurda acerca de dónde venía el grupo, de pseudojustificación del por qué existía. Como de una prolongación de una muy insigne estirpe de improvisadores que venía desde el Siglo V a.C., una cosa así.

Darío: ¿Cómo se llamaba el griego?

WillyMalandro de Mileto (risas)

Alex: Yo estuve un poco al margen de esa mitología, pero pragmáticamente se me hacía que era como una manera de que Misha, que venía de otro planeta realmente, tuviera un pasado común, un pasado mitológico común con el resto.

– En términos de improvisación, Fer Vigueras (guitarrista de la GE), sostiene la idea de que la improvisación libre es una práctica en sí misma más que una extensión del free jazz. ¿Cuál es su posición al respecto? ¿hay alguna postura como grupo o es individual?

Darío: Creo que es un poco la diferencia entre herramienta y género. O sea, la improvisación como herramienta está en muchas músicas, pero la improvisación libre como género yo creo que sí se puede sostener por sí sola, sin querer decir que tiene reglas porque eso le daría en la madre. Pero sí hay una manera de hacer esta música que se diferencia justo de lo que dice Fer, del free jazz, empezando por el nombre, si dices free jazz, ya está la palabra jazz y te conecta directo con ese lenguaje. Entonces, por más que quieras ser libre, sigues teniendo un pie en el territorio del jazz, lo cual la improvisación libre no quiere hacer. Más bien quiere armarse su propio espacio y lenguaje sonoro, que además cambia con cada persona. Cada quien tiene su manera de explorarla, de escucharla y de relacionarse con otros improvisadores. Yo creo que sí tiene su propia personalidad, e incluso un poquito de historia, a pesar de que es joven como práctica.

Alex: Lo que sí, es que en muchos sentidos ha habido esa separación de la improvisación que se emancipa como un género de derercho propio, y seguramente lo tiene; pero también dentro de ese desarrollo ya ha habido caminos de regreso. Muchos que empezaron como freejazzeros, y que después en los 80 se pusieron a tocar puro reduccionismo minimal, ahorita ya están otra vez tocando free. Entonces, definitivamente, no hay una evolución lineal hegeliana, donde la improvisación esté adquiriendo autoconciencia y ahí entonces supera lo anterior y todos felices.

Willy: Mucho tiempo predominó la idea cimentada por Derek Bailey de que la improvisación libre era una especie de cosa autosuficiente por diferenciarse de las otras maneras de hacer música. A él se le ocurrió la clasificación de improvisación no idiomática, frente a la improvisación idiomática o cualquier práctica improvisatoria enmarcada en alguna tradición. Pero las prácticas de improvisación libre sí son idiomáticas. Lo que pasa es que es un idioma que no es común a todos sus practicantes, sino que cada practicante, como decía Darío, desarrolla su propio vocabulario y esos vocabularios sí pueden llegar a ser muy parecidos. Y a partir de lo que ha escrito George Lewis en los últimos años ha sido muy cuestionada esta idea de Bailey.

Al menos desde la Academia se está cuestionando muy seriamente la idea de que la improvisación libre es especial de alguna manera. Y yo siento que no lo es. Creo que es una práctica musical que es padrísima, que tiene su historia como decía Darío, pero que no tiene nada de especial. O sea, es una manera de hacer música y ya, así como lo es cualquier otra. Obviamente tiene sus propias lógicas las cuales no están exentas de dialogar con otras, y yo creo que lo hacen totalmente en la práctica de casi todos los improvisadores.

– Ustedes surgieron en la época de importantes festivales como Radar y Aural que dieron visibilidad a la música experimental de la escena local que, aunque subterránea, tenía ya varios proyectos gestándose. ¿Cuál es su perspectiva de ese momento a catorce años?

Willy: Es una pregunta difícil porque siento que está por saberse mucho de lo que pasó. Creo que los festivales fueron importantes. Haber visto en vivo a Evan Parker o Anthony Braxton fue inspirador en su momento. Pero me parece quizá más importante el cómo a nuestro alrededor estaban surgiendo otros grupos, cada uno con sus cosas que decir, sus prácticas. Alex tocaba no solo con nosotros, sino con la Orquesta Silenciosa que lideraba Manrico Montero y que eran dos mundos completamente diferentes. Sin embargo, tenían cosas en común y se entrecruzaban las prácticas, además nos llevábamos a todo dar. Siento que fue de alguna manera -y alguien tiene que documentar esto-, el surgimiento de una escena. Eso sí lo hace un momento histórico independientemente del impacto.

Los festivales se murieron hace un chingo de tiempo. O sea, los festivales nos dieron impulso, una retroalimentación importante, pero no tocamos nunca en ninguno de ellos como Generación Espontánea. Nosotros surgimos de manera totalmente independiente en el emerger de una escena que yo creo que todavía de alguna manera se sostiene, aunque nosotros quizá estamos un poco al margen de ella, pero que ha sido alimentada fundamentalmente de manera independiente. Por ejemplo, el ciclo Umbral, en el que tampoco hemos tocado nunca, pero yo siento que es un proyecto totalmente independiente que ha tenido cierto apoyo institucional, y que ha sido como una prolongación de este mismo espíritu que yo vi desde el principio en el surgimiento de esta escena.

Darío: Yo en 2006 y la mitad de 2007 estuve fuera de México. Cuando me fui, lo único más cercano a esto era Cráneo de Jade, y pues es free jazz. Cuando regreso y conozco a Willy por el famosísimo Myspace, resulta que ya está la GE, la Orquesta Silenciosa y no sé quién está haciendo electrónica y aquí están haciendo impro libre… Sí, como que esas fechas de Radar y de Aural fue el emerger de personas, de músicos que estábamos interesados por esta práctica. Ya después creo vino el boom de los lugares, es decir, de los miniciclos, Bucareli,o Jazzorca (que ha estado ahí toda la vida), Umbral. Y creo que hasta los últimos tres años podemos hablar de que sí hay una escena en términos de público, ya conocen los lugares donde pueden escuchar esta música, conocen a la gente que la está haciendo, compran discos, etc.

Alex: Yo creo que esa transición ha sido la de la cultura como consumo a la cultura como comunidad, y todavía no sé muy bien en dónde estamos en esa transformación, pero creo que por ahí va. Creo que los festivales de los que estamos hablando son la última oleada de la apertura económica de México que empieza en los 80 con el concierto de Rod Stewart en el Corregidora y llega hasta 2006 – 2007. Y bueno, de repente todavía hay tocadas de “la banda tal que nunca ha venido a México”, pero realmente ya son las últimas. Y justo ahorita estamos en algo que ya tiene rato gestándose y que todavía no sabemos en realidad a qué se parece, pero que sería, digamos, la siguiente etapa.

Willy: Yo creo que la palabra clave es comunidad, nos hemos sentido parte de ella. Y lo que ha generado esta escena a la que me refiero es esta idea de comunidad. Muy a la mexicana, a lo mejor. Con altibajos, con desencuentros, o con cosas que son poco claras y, obviamente, sin dinero. Pero yo siento que se parece mucho más a eso que está describiendo Alex. Cosa que en esta época de cuarentena -y de todo lo que va a pasar después- veremos que tan real es lo que se gestó o no, que tan comunidad hemos sido o seguiremos siendo.

– En ese sentido y de acuerdo a lo que estamos viviendo con el confinamiento, qué han pensado al respecto de su práctica musical y su posible futuro.

Alex: Yo creo que ahorita es un momento muy interesante. Yo no tengo ni la más remota idea de qué va a pasar, ni con la improvisación ni con la música. Básicamente llevo todo el encierro sin hacer música; por suerte, tengo otras cosas a las que puedo dedicarme. Entonces, ni siquiera me lo he preguntado mucho. La música y la improvisación la veo como algo que está ahí afuera y que quién sabe qué forma va a tomar próximamente. Seguramente va a tomar alguna y seguramente van a pasar cosas que ni nos imaginamos, o tal vez no. Pero justamente la improvisación como práctica social, como modo de vida, sobre todo los improvisadores que se la pasan viajando y tocando y medio sobreviviendo, obviamente ya cambió. Ahorita estamos como en un hiato donde en algunas partes del mundo ya están retomando la vida “normal”. Aquí todavía estamos en plena cuarentena, y eso seguramente también va a repercutir en el sonido, en la organización del sonido propiamente, no solo en cuestiones sociales y económicas. ¿Qué tipo de música vamos a estar haciendo dentro de dos, tres años?

Willy: Estoy de acuerdo con Alex en que la incertidumbre es mucha y yo sí siento que las cosas ya cambiaron de manera irreversible. O sea, en términos de la crisis sanitaria las consecuencias van a seguir por mucho tiempo mientras no haya una inmunidad generalizada. Seguirán los riesgos de rebrotes, la histeria, las medidas de los gobiernos y un montón de cosas a las que estamos sujetos simplemente por vivir en tal o cual país. Entonces, creo que eso va a impedir nuestra práctica y creo que no hay manera de regresar a nada similar de lo que hacíamos antes.

Sin embargo, este periodo nos ha obligado, en mi caso como profesor de una universidad, a imaginar de otra manera lo que hacemos, tanto en la docencia como en las mismas prácticas artísticas. Yo sí he seguido haciendo música hasta cierto punto con algunas colaboraciones a distancia; de hecho, di una clase específicamente de eso porque no nos quedó de otra. Fue una clase en la que tuve que improvisar. Era originalmente una clase de ensamble y pues ni modo, la convertimos en algo. Se convirtió un poco, y qué chistoso, en los inicios de la GE, porque se transformó en una clase de creación colectiva a distancia. Y la GE, desde siempre, sus grabaciones han sido procesos donde hay improvisación en vivo y después hay composición en el estudio.

Creo que en buena medida lo que sigue, por lo menos a mediano plazo, es seguir pensando en cómo podemos utilizar la tecnología en las cosas que sí podemos hacer, y creo que todavía no hemos descubierto cuál va a ser el vehículo o los vehículos principales para seguir haciendo la música que hacemos. Estamos en una etapa exploratoria, de transición, de ver qué puede funcionar, de incluso comprarnos equipo, de aprender a usar cierto software para seguir saliendo a flote. Y quizá en un tiempo razonable podríamos tener un poco más de certeza de cuál va a ser la cara de la música experimental. Y cuando esto pase, y que sea completamente seguro poder tener contacto humano otra vez, yo creo que va a ser irreversible. Las prácticas se habrán incorporado de tal manera que vamos a estar dirigiéndonos a unas prácticas más híbridas, porque ninguno de nosotros va a regresar a tocar música clásica o jamás lo han hecho en algunos casos; entonces yo creo que este hibridismo se va a quedar incorporado de muchas maneras en lo que hagamos en el futuro… … … (perdió conexión y ya no volvió).

Darío: Se congeló Willy…Yo creo que lo difícil va a ser sobrevivir como comunidad en el aspecto del contacto humano, que seguramente ya lo han hablado mucho. Pero esta música para mí es muy íntima, es más disfrutable todos de cerquita, no demasiada gente porque justo la persona o personas te dan un feedback instantáneo de cómo tocar. Y ahorita me enfrento a no poder tocar con mi colega porque tenemos que estar cada quien en su casa. Por otro lado, no tengo público, tengo un público que está en la pantalla, pero ni siquiera lo puedo ver, entonces a mí me ha resultado muy difícil.

El imaginarme sentado frente a mi computadora haciendo un concierto para quien sabe quién que a lo mejor está muy atento, pero tú estás viendo tu cuarto, tu estudio. ¿Cómo vas a sobrepasar y a transportar la experiencia de un concierto de un evento artístico en vivo a esto?: estamos en un pinche Zoom, cada quien en su casa y eso no sé cómo se va a resolver, el factor humano.

– ¿Finalmente, para estos 14 años, cuál va a ser el juguete nuevo?

Alex, Darío: El Willy virtual es el juguete nuevo.

Mira la cobertura virtual del concierto realizada por Jesús Cornejo. 

*El concierto por el 14 aniversario de la Generación Espontánea es este domingo 19 de julio a las 20:30 a través de las redes sociales de Bucareli 69. Cooperación voluntaria.

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