/

Las Áñez: el sonido de la hermandad

Con una música que escapa a cualquier clasificación, el dueto bogotano Las Áñez, cumple diez años de carrera.

Por Oscar Adad

“Nuestro clan tiene un pacto vital, va por encima del bien y del mal”.

Las Áñez

Si Lewis Carroll las hubiese conocido, con seguridad formarían parte de su mundo: parecen hadas. Y su música no se parece a nada más que a ellas. Se llaman Valentina y Juanita. Son de Bogotá, son gemelas, y esta noche tienen la atención plena de la sala.

Se hacen llamar Las Áñez, dos hermanas quienes a través de su voz y curiosidad constante, nos proponen espacios sonoros íntimos y juguetones que nos llevan a vivir la experiencia de hasta dónde puede llegar el vínculo de la hermandad.

Alguna vez le pregunté a Juanita si habían cantado por separado. Me contestó que sí, pero que no tenía gracia. Quizá el hecho de haber estado juntas desde antes de nacer sea el punto de partida para esa relación cuasi simbiótica y que, según me cuentan, a veces molesta a otras personas por el hecho de ser inseparables, incluso en su vida cotidiana.

— ¿Viven juntas? —pregunto.

— No, pero casi. Somos vecinas. Buscábamos apartamento en el mismo barrio, y encontramos en el mismo edificio. —dicen con una sonrisa como si supieran que su destino está marcado.

Pero quizá sea la única forma de dar a luz un sonido así. Desde que uno charla con ellas, interactúan con tal fluidez que a veces parecieran fundirse en una sola. Entran a ese mundo de intimidad que solo conocen los hermanos y quizá más aún, los gemelos. Solo queda observar y disfrutar los matices de una relación tan profunda.

Me cuentan que juntas son como un instrumento musical. Tienen razón. Pero al escucharlas también son como una cajita de música que al darle cuerda nos regala una rica historia sonora: desde canciones tradicionales latinoamericanas, hasta timbres multicolores de juegos vocales. De ahí que hayan cautivado a artistas tan distintos como Andrea Echeverri (Aterciopelados), Guillermo Klein, Julieta Venegas, Edson Velandia, Chancha Vía Circuito o Lido Pimienta, entre otros.

********

— Este shaker está muy chillón. —Le dice Valentina al ingeniero, mientras agita el pequeño instrumento en el micrófono durante la prueba de audio.

— Cuánta obsesión con el sonido —pienso.

******

“Nuestro papá es audiófilo. Siempre le gustó demasiado la música, el sonido, los parlantes, seguramente hubiera estudiado ingeniería de sonido si hubiera existido la carrera en ese momento acá en Bogotá. Él tiene un buen parlante con buenos bajos, en cada cuarto de la casa. Entonces nunca escuchamos mal como en calidad de celular”, recuerda Juanita.

Fue así que desde muy pequeñas y desde el nicho familiar Las Áñez estrecharon su relación con la música y sus matices, lo que las llevó a jugar y tratar de imitar los sonidos que escuchaban en esas listas interminables que su papá les ponía en casa: desde música clásica, hasta música tropical y todo lo que cupiera en medio.

“Yo cantaba la melodía y Valentina hacía voces buscando otras líneas melódicas. A partir de eso, como vimos que nos gustaba, nos metimos en el coro del colegio donde nos empezaron a dar solos. Era muy chistoso porque era un solo de dos, o sea, cantábamos al tiempo como si fuéramos la solista, y ahí como que se notaba que teníamos un buen oído. A partir de eso, como a los doce años, entramos a tomar clases de canto y ya se dio”.

*******

Es 2024 y Las Áñez cumplen diez años de carrera. Una década en la que han grabado cuatro álbumes: Silbidos (2014), Al aire (2017), Reflexión (2020), y Paralelas (2023). En abril pasado decidieron celebrar con un concierto en el Teatro Colsubsidio, en el que contaron con Los Rolling Ruanas y Lucio Feuillet como invitados especiales, además de una exposición de su vestuario, diseñado por su madre, Karin Rothmann.

¿Qué representan para ustedes estos diez años de carrera?

J: Un camino de constancia, de crecimiento muy orgánico y paulatino, o sea, nosotras no somos ese tipo de artistas que ha tenido un pico altísimo de crecimiento repentino, sino que siempre hemos crecido a medida que vamos trabajando y eso ha sido lindo. Hemos podido felicitarnos por tanto trabajo y la constancia de hacer algo que parecía imposible: presentar un concierto con una música que no estaba encasillada en un solo género. Comercialmente eso no es fácil y montar la música en vivo, tampoco. Pero hemos podido mezclar nuestras influencias en un concierto que no se basa en un género musical, sino en una forma de ver la música, de ver la canción, de construirlas muy orgánicamente.

Se nota un cambio importante en el uso de elementos electrónicos en su último disco ¿Cómo fue concebida su estética y en qué contexto se compuso el álbum?

V: Fue algo nuevo haber hecho un disco con dos productores (Andrés Leal y Miguel Rico) porque no es exactamente lo mismo que hemos hecho siempre: primero montar la música en vivo y después grabarla. Esto fue al revés. Entonces yo lo veo como una oportunidad para aprender cosas nuevas y, sobre todo, usar sonidos electrónicos en vivo.

J: Empezamos a componer desde 2020 y terminamos entre el 2021 y 22. Pero las canciones nacieron ya un poquito más convencionales que las anteriores y empezaban a pedir producción, sonidos nuevos.

Íbamos al estudio de uno de los productores, Andrés Leal —productor de Carlos Vives—, quien es amigo de la universidad, y fue increíble. íbamos a pie, a conversar, grabar, estar mucho tiempo, o sea, por primera vez grabamos sin límite de tiempo de estudio. Fue como entre amistad y hacer música relajadamente.

Entonces, se dio en ese contexto, la postpandemia y grabar canciones nuevas, pero no iba a ser un disco. Fue después que dijimos, ‘¡esto está muy chévere, hagamos un disco!’

De Curvo Cuerpo es la canción que abre el disco, ¿A qué responde? Es claro el mensaje, pero ¿Tiene que ver específicamente con los movimientos feministas recientes alrededor del mundo?

V: Sí, todo lo que visibiliza la problemática de las mujeres seguro influyó de cualquier año para acá. Pero también la necesidad personal era hablar desde lo más honesto de mí, sin recurrir a lo de ser guerrera, una diosa, ser invencible, todopoderosa, sino como a que ya dan ganas de que lo dejen a uno ser, entonces es como una manera un poquito más vulnerable o más pacífica de ver el feminismo, pero con todos los dilemas que tiene y de una manera muy personal. Muchas personas se sintieron identificadas por eso, por simplemente dar un mensaje de que sea lo que yo sea, por favor, déjenme ser.

Ustedes son de los artistas colombianos que se involucran bastante con sus músicas tradicionales, en ese sentido, ¿Cómo se da la colaboración con el Cholo Valderrama para la canción ¿Señal del viento?

J: Fue a través del productor Andrés Leal, que es de Yopal y cuya familia es amiga de la familia del Cholo. Ellos no habían hecho música juntos, pero los llaneros son tan musicales que en cualquier reunión se juntan y tocan, eso había pasado, pero no habían hecho una producción. Y fue increíble porque nosotras desde hace mucho conocimos al Cholo y es imposible no conmoverse con su voz: es muy auténtica, muy poderosa, muy raizal, le dio un vuelco a la canción impresionante. Andrés decidió ponerlo a grabar sobre un acompañamiento tradicional llanero, después lo quitó y, con Miguel Rico, el otro productor, pusieron los nuevos sonidos que son mucho más electrónicos.

Este disco se empezó a gestar también durante los movimientos sociales en Colombia, un país que históricamente no salía a las calles a protestar. ¿Cómo vivieron este episodio de su país y de qué forma las sensibilizó?

V: Era de esperarse porque acá la situación de muchas personas es muy difícil. Nosotras, como estamos en una situación privilegiada, nuestra forma de empatizar es como estar pendientes, pero no somos de las personas que salen a marchar. Muchos músicos sí lo hacen y también hubo en ese momento mucha presión de ‘si tú no sales a marchar, estás de acuerdo con la guerra’, por ejemplo, y resulta que no necesariamente. Entonces nosotras al ser tan caseras estuvimos un poco al margen como muchas personas en Colombia, pero siendo empáticas con toda la situación del país. Y mucha gente también tomó nuestra canción ‘En la lucha’, del disco Reflexión, para usarla en las marchas, cosa que me pareció maravillosa porque realmente sí era una protesta interna, era una protesta a un problema de derechos de autor que tuvimos y que servía para intentar asimilar esa injusticia, entonces sirvió muchísimo para algunas personas esa canción.

J: Sí nos aliviaba que hubiera sido útil una canción nuestra para aportar de alguna forma, pero aquí quien aporta son las personas que de verdad trabajan en lo social, y nosotras abanderarnos de lo que no, pues es difícil. Solo nos alegramos mucho de que una canción si hubiera sido útil porque, aunque estamos en una situación privilegiada, nunca hemos dejado de estar conscientes de las grandes dificultades que hay en el país.

La canción ‘Árbol genealógico’ siento que reivindica el vínculo familiar y de una u otra manera explica lo profundo de su relación como hermanas. Llama la atención un tema así en un mundo donde lo que se privilegia es el individualismo por encima de todo.

J: Esa canción salió muy orgánicamente porque precisamente nuestros papás han sido, en el hecho de dedicarnos a la música, un apoyo completo, total. Y no todo el mundo tiene esa suerte. Nosotras sí tenemos como un apego impresionante a mis papás que por eso sale una canción sobre eso, pero entiendo que no a todo el mundo le tocó igual. Nosotros somos como amigos, muy amigos.

V: Me gusta mucho que se interprete así. Uno de los productores del álbum dijo, ‘¡ay! me gusta la letra de esa canción porque me hace recobrar la importancia de mi familia’. Y no solo hacerle caso al psicólogo que a veces lo invitan a uno a ser muy diferente a sus papás. Esta canción es como más bien aceptar que venimos de ahí y de más generaciones.

¿Qué viene para ustedes en el futuro cercano?

V: Hicimos la música para los teasers de la serie de Netflix Cien años de soledad. También para La Liberación, de Amazon. Ahí apareceremos cantando. También estamos haciendo música para un próximo disco y en marzo sale una canción nueva.

Dejar un comentario

Anterior

Las lágrimas estridentes de TVL REC

Siguiente

Música Maldita: ¿puede la música cambiar la vida de la gente? EP #1: Alex Otaola