Veinte años de jazz en el subterráneo, veinte años del Zinco Jazz Club

El emblemático lugar de Motolinia 20 cumple dos décadas de impulso al jazz nacional e internacional. "En una época pensamos que no podríamos sobrevivir": Ernesto Zeivy, socio fundador.

Foto: Cortesía Zinco Jazz Club

Por Oscar Adad

Todo empezó como un rumor: “¿Que van a abrir un club de jazz en un lugar subterráneo del Centro?” La verdad es que daba bastante curiosidad. Hace veinte años el Centro Histórico experimentó una erupción cultural que lamentablemente no se ha vuelto a ver. El Pasagüero, El Señorial, El Virreyes, El Patio de mi casa, entre otros foros, ofrecían una gran diversidad de manifestaciones de la cultura alternativa y contemporánea de la ciudad. Además, convergían festivales como el Festival de México en el Centro Histórico, Radar (después Aural) y las primeras ediciones de Mutek. Vaya que la pasamos bien.

Sin embargo, faltaba un espacio que acogiera al jazz en su hábitat natural, diseñado y construido para un estilo que se aprecia mejor en pequeños foros. Un lugar íntimo en el que el público y la música casi se mimetizaran. Fue entonces que el rumor se volvió realidad y tenía nombre: Zinco Jazz Club. Ubicado en la calle de Motolinia 20, en las antiguas bóvedas subterráneas del Banco Mexicano, el club abría sus puertas en 2005.

Enfocado principalmente en el jazz y sus derivados, el Zinco también ha prestado su escenario a manifestaciones más experimentales de la música improvisada. Echo a andar la memoria y se me vienen imágenes de grandes conciertos en este lugar: John Medeski, Nik Bärtsch, Otomo Yoshide y Fred Frith, entre algunos otros. Jamás imaginé ver algo tan de cerca y poderoso en mi ciudad. Sin embargo, mis recuerdos se detienen abruptamente en un nombre: Marc Ribot.

Aquella noche, el Zinco estaba a reventar y el calor insoportable. Ribot, que en esa ocasión tocó en formato solo, le arrancaba sonidos del inframundo a las seis cuerdas, lo que abonaba a una atmósfera aún más fantasmal. En eso, un golpe seco se escuchó en el piso de madera del club: un tipo había caído desmayado. Pero la música no paró. Con esos ojos de bestia salvaje que lo caracterizan cuando te mira por encima de sus gafas, Marc seguía llevándonos al extremo en ese ritual casi satánico en la guitarra. Ese recuerdo me lo llevo a la tumba.

Pero además de la música, los foros se construyen también con el equipo que los trabaja a diario. Desde el personal de cocina, restaurante y barra, hasta Ilse Rodarte —directora artística quien mantiene una programación de alto calibre—, pasando por el ingeniero de audio y los encargados de diseño y comunicación. Todos ellos han hecho del Zinco un sitio emblemático de la ciudad. Incluso, hubo un personaje que sumó con creces a la mitología del club: el fallecido guitarrista e ingeniero de sonido Jorge Cruz.

El Yorch, como le decían sus amigos, era de esos ingenieros apasionados de su oficio. Con un carácter singular que podía confundir a cualquiera por su muy ácido sentido del humor, Yorch era una persona bastante sensible con los colegas y, sobre todo, con la música. Por eso, cuando los problemas de salud lo afectaron, la comunidad de músicos y amigos le respondió como a nadie. Lamentablemente, su salud se encontraba bastante endeble y falleció, pero su legado ya es parte de la historia del Zinco.

Ernesto Zeivy, socio fundador, dice que no ha sido fácil mantener el lugar con vida durante tanto tiempo. “En una época pensamos que no podríamos sobrevivir; estuvimos muchas veces a punto de cerrar. Más aún, con la pandemia, en la que estuvimos dos años cerrados pagando sueldos y rentas. Ahora, afortunadamente, lo que no te mata te hace más fuerte y estamos viviendo una buena época”, me cuenta.

Pero no solo ha sido una buena época para el club, sino para el circuito de jazz de la ciudad de México y Zeivy ha sido testigo de ello. “Cuando empezamos era difícil conseguir bandas que tocaran a buen nivel. Ahora hay una gran cantidad, una gran escena. La semana pasada contabilizamos más o menos 20 conciertos al día el fin de semana, esto te habla de la gran oferta que hay. Existe una gran cantidad de músicos profesionales que trabajan en un circuito de gran calidad”, sostiene.

¿Cómo te sientes de cumplir 20 años con el Zinco?

Muy bien. Es algo que pensamos que se iba a convertir en un clásico del género y creo que lo logramos.

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