Citlaly Malpica es de Juan Rodríguez Clara, Veracruz. Decimista y bailadora de son jarocho. Autodidacta en el oficio de escribir. Inició en el grupo infantil Son de Piña, con los maestros Sael Bernal y Zenen Zeferino. Ha participado en la letra de la discografía de grupos como Los Vega y Caña Dulce y Caña Brava, y en piezas de diferentes géneros musicales. Ha participado como versadora y conferencista en festivales y documentales sobre la palabra en la música tradicional. Especialmente en la música popular del sur de Veracruz. Actualmente comparte talleres de verso y zapateado.
– ¿Cómo has vivido el confinamiento? ¿Qué consecuencias te ha traído?
Las consecuencias han sido monetarias a nivel colectivo. Se paró en seco la producción de festivales, cerraron centros culturales y espacios diversos donde ofrecíamos talleres y conciertos. Por lo tanto, las fuentes de trabajo se redujeron considerablemente. Pero también se han tejido redes de solidaridad muy fuertes que brindan cobijo y soporte en estos tiempos de zozobra.
– ¿Qué papel consideras que tiene la música en esta crisis?
El arte en todas sus formas es fundamental y es una manera de existir en comunión con la tierra y los sentimientos que viven en ella. La música es nuestra compañera, testigo de nuestro crecimiento, dadora de alegrías, pañuelo de tristezas y también la memoria histórica de los pueblos. Yo creo que este silencio nos debe hacer reencontrar la música natural de la vida. El vuelo de los pájaros, el cantar de los árboles, la información que lleva y trae el viento, la voz del corazón, lo que fluye por la sangre. Esos lenguajes y códigos que solo se escuchan en la humildad, lejos del miedo, de la angustia y del caos. Esa música vital que viaja a través de la energía del universo.
– ¿Cuáles consideras que son las principales problemáticas que enfrentará la comunidad de músicos independientes en este situación inédita en el mundo? ¿Cómo resolverlas? ¿Cómo abordarlas?
Creo que todo va a cambiar, pero debemos construir nuevas formas de vida. Ampliar nuestras redes, sostenernos los unos a los otros. Primero tenemos que replantearnos el significado de la palabra comunidad, y a partir de eso, crear una nueva realidad. No debemos seguir funcionando de la misma manera, donde la gran mayoría lo único que tiene para comer es la violencia contra sus derechos básicos.
– Al ser la música un agente que históricamente fortalece vínculos e identidad comunitaria y cuyo espacio natural es el espacio público donde se lleva a cabo la escucha colectiva. Al cancelarse ese espacio por el confinamiento, desde tu perspectiva ¿qué implicaciones tiene para la comunidad en su conjunto?
Para hacer válidas las estructuras comunitarias, es necesario hacernos preguntas sobre la vida, sobre el pasado colectivo e individual, sobre las historias de lucha y resistencia que han sido la columna vertebral que nos sostiene. Hay que trabajar todos los días por la unidad y el respeto. En este bien común que buscamos, habremos de reconocer los caminos del tiempo.
Es un buen momento para prepararnos, informarnos y reflexionar. Estamos en medio de una terrible crisis, además de todo, de identidad. No sabemos quiénes somos, ni de dónde venimos, ni cuál es la historia de la tierra que pisamos. Y si no lo sabemos, no nos responsabilizamos y estamos practicando un ejercicio muy grave en contra de la dignidad humana. Esta crisis que es producto del capitalismo y su sobreexplotación hacia toda manifestación que habita el planeta.
– ¿Como creador qué papel juega la tecnología en el confinamiento?
Las nuevas tecnologías son muy importantes, nos dan herramientas, pero si hablamos de creación, estas no deben ser su centro. Crear es un espacio íntimo, es un lugar al que uno entra y tienes que cerrar la puerta para que puedas, en estado de concentración, comunicarte con lo que quieres. Es valioso lo que la tecnología pone a nuestro alcance, pero hay que tener cuidado porque esa cantidad de información nos puede alejar fácilmente de nosotros mismos, y el arte se trata, precisamente, de la comunión entre la vida y tú. El trabajo de los creadores es observar y escuchar el mundo, que no está precisamente dentro de una computadora o un teléfono, sino en las circunstancias cotidianas y en las memorias que carga uno consigo.
– ¿Cuáles consideras que sean las lecciones que habría que tomar de esta crisis?
Nada puede sustituir la experiencia del contacto humano, de compartir carcajadas, de estrecharnos las manos y experimentar escuchar una canción mirando los ojos de quien la interpreta. Somos seres naturalmente comunitarios, por lo tanto. tenemos una necesidad natural de convivencia.
Además, esto también nos revela algo que no es nuevo, pero que no terminamos de comprender: no podemos sobrevivir solos, necesitamos de los demás, comenzando por los agricultores y los obreros. Somos parte de un mismo hilo y, nunca fue tan obvio, que lo que pasa al otro lado del mundo, nos pasa a todos, y si uno sufre, sufrimos todos, y si uno muere, muere una parte intima y fundamental de lo que somos, de nuestra historia como individuos.
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